Refugiados y migrantes subsaharaianos intentar abandonar desesperadamente la lancha neumática en la que han pasado varias horas, y desde la que ahora son rescatados en el mar Mediterráneo por miembros de la ONG Médicos Sin Fronteras.
Refugiados y migrantes en el interior de un autobús en un centro de deportación de Trípoli, de la Anti-Illegal Immigration Agency, dependiente del Gobierno de la capital.
Refugiados y migrantes sirios y libios (210 en total) rescatados por miembros de la ONG Proactiva Open Arms, en la costa mediterránea de la ciudad libia de Sabratha, después de que sus tres barcos de madera sufrieran problemas. En la imagen, una mujer en shock.
Niños y mujeres refugiados y migrantes en el centro de detención de Garabulli.
Uno de los refugiados y migrantes a bordo del buque de rescate Bourbon Argos, también de la ONG Médicos Sin Fronteras, reza agradeciendo su rescate.
Un miembro de la tripulación de Médicos Sin Fronteras marca con aerosol la palabra RESCUED en una barca ahora vacía.
Uno de los refugiados y migrantes que ha sido rescatado sube a bordo del buque Dignity de la ONG Médicos Sin Fronteras.
Un miembro de la ONG Médicos Sin Fronteras lleva a un joven desvanecido refugiado y migrante a bordo de una lancha neumática durante una operación de rescate a bordo del buque Dignity 1 en el Mediterráneo, frente a la costa de Libia. 373 migrantes (procedentes de varios países como Nigeria, Costa de Marfil, Sierra Leona, Malí o Níger), incluidas 62 mujeres y 10 niños, fueron rescatados en las aguas internacionales frente a las costas de Libia.
Reparto de alimentos en un centro de detención exclusivo para hombres en Milita, cerca de Zauiya.
Refugiados y migrantes en el patio del centro de detención de Garabulli a la espera del reparto de comida.
Un niño sirio llora de puro pánico mientras un miembro de la tripulación trata de que mantengan la calma durante una operación de rescate realizada por miembros de la ONG Open Arms en el Mediterráneo.
Refugiados y migrantes en su travesía de Libia a Europa a bordo de frágiles lanchas neumáticas que utilizan para alcanzar su objetivo.
Refugiados y migrantes a bordo del Bourbon Argos durante el reparto de mantas y comida para pasar la primera noche rumbo a Italia.
Refugiados y migrantes rescatados en alta mar por miembros de Médicos Sin Fronteras.
Pintadas en la pared en uno de los centros de detención de Misurata.
Teléfonos de los refugiados y migrantes confiscados en el centro de detención de Misurata.
Interceptados por los guardacostas libios a pocas millas de la costa, los refugiados y migrantes esperan en el puerto de Trípoli a ser trasladados a un centro de detención, desde donde posteriormente serán repatriados a sus países de origen.
Tras dos días a bordo del Bourbon Argos, de Médicos Sin Fronteras, algunos refugiados y migrantes celebran con bailes la llegada a Calabria. Una vez en tierra serán trasladados a centros de detención en suelo europeo.
Refugiados y migrantes esperan a ser deportados en la sede central de la Anti-Illegal Immigration Agency. Al fondo se puede ver la puerta de una de las prisiones donde permanecieron durante 24 horas hasta su deportación a sus países de origen.
Unas 250 mujeres refugiadas y migrantes con sus hijos en el centro de detención de Sabratha se organizan para rellenar botellas de agua a partir de grandes garrafas. En el momento de tomar esta fotografía, el director del centro solicitaba la colaboración de la comunidad internacional para obtener alimentos.
Miembros de la Media Luna Roja Libia atienden a un refugiado y migrante exhausto en el puerto de Trípoli, interceptado por los guardacostas libios, que esperan para su traslado a un centro de detención.
Refugiados y migrantes procedentes de Egipto, Túnez, Bangladés, Níger y Nigeria a la espera de obtener un trabajo temporal en la construcción en Zuara.
Samir, de ocho años, de Somalia, mira por la ventana del buque de rescate Astral de la ONG Proactiva Open Arms, mientras que otros refugiados y migrantes descansan en su ruta hacia Lampedusa durante una tormenta con vientos de hasta 65 km/hora, que sin duda hubiera significado la muerte de todos ellos. Libia, con sus 1.770 kilómetros (1.100 millas) de costa sumida en el caos, se ha convertido en un centro de inmigración ilegal hacia Europa. Los migrantes se dirigen en desvencijados botes en travesías imposibles hacia Lampedusa, a unos 300 kilómetros de la costa.
Un refugiado y migrante pide ayuda a bordo de su embarcación en la ruta del Mediterráneo central.
Restos de una barca utilizada por los traficantes de personas en la ruta del Mediterráneo central, en las costas de Zuara, uno de los tres puntos clave en la salida de los refugiados y migrantes.
Dos familias se suicidan en Sirte haciendo estallar dos dogmas o coches bomba del ISIS. Este atentado mató al menos a 12 combatientes y causó 60 heridos. En el momento de la imagen, un tercer coche bomba estaba de camino, aunque se consiguió neutralizarlo antes de su llegada. Las estimaciones oficiales indican que el número de muertos durante la ofensiva se sitúa alrededor de 500. En total, estallaron 87 dogmas en las últimas semanas de la guerra (2016).
Familia en el interior de un coche procedente de Sirte, ciudad que en ese momento se hallaba bajo el dominio del ISIS. En la imagen se observa el puesto de control de la policía militar y la Brigada 166, en Abu Qurayn, donde el ISIS lanzó un ataque coordinado con el puesto de Albagla, que marcó el inicio de la campaña de Sirte (2016).
Combatiente herido al que un compañero sujeta la mano, en un hospital de campaña, durante la batalla de Sirte contra el ISIS. Los soldados, la mayoría de ellos jóvenes sin experiencia, procedían principalmente de la ciudad libia de Misurata (2016).
Un combatiente herido de muerte de la unidad “Shelba”, aliada con el gobierno libio y con el apoyo de la ONU, es transportado tras recibir un disparo en la línea del frente, en el barrio Salah al-Din en Trípoli. La lucha estalló en abril de 2019 cuando el autodenominado Ejército Nacional de Libia encabezado por el mariscal de campo Jalifa Hafter lanzó una ofensiva para tomar Trípoli (2014-2020).
Combates en Sirte, una ciudad que quedó arrasada por los bombardeos. Años después se convertiría en una de las capitales del Califato de ISIS (2011).
Manifestaciones en Bengasi con la imagen de Omar Al-Mujtar, héroe de la independencia libia, pidien la intervención internacional y la imposición de una zona de exclusión aérea, poco antes de que las tropas del coronel Gadafi llegaran a las puertas de la ciudad sitiada y fueran neutralizadas por la aviación francesa (2011).
Posiciones en el frente de Trípoli entre las fuerzas del Gobierno de Trípoli y las de Tobruk, que intentan tomar la capital (2014-2020).
Un tanque de combustible en llamas por la explosión de cohetes Grad lanzados por el ejército de Gadafi, en el puerto de la ciudad sitiada de Misurata, mientras un soldado hace la señal de victoria y grita “Dios es grande” ante la incertidumbre de la inminente muerte provocada por más cohetes o la explosión de los tanques en llamas, cosa que finalmente no sucedió (2011).
Soldados disparan contra yihadistas del ISIS durante los combates en Sirte (2016).
Últimos días de la batalla de Sirte, donde se escondía Gadafi antes de su muerte, y que determinaron el final las hostilidades (2011).
Un soldado en el momento de su muerte a causa de la explosión de un dogma (coche bomba suicida del ISIS) en un hospital de campaña durante la batalla de Sirte (2016).
Combatientes de la unidad “Shelba”, aliadas con el gobierno libio y con el apoyo de la ONU, apuntan a posiciones enemigas en la línea del frente del barrio Salah al-Din en Trípoli (2014-2020).
Una habitación infantil destruida por los combates contra el ISIS, donde aún se puede ver lo que antes fue una cuna (2016).
Vista telescópica de un francotirador apunta a las cercanas posiciones de Hafter en la línea del frente de Trípoli (2014-2020).
Combatientes del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés), un órgano ejecutivo de transición auspiciado en 2015 por Naciones Unidas, cubren el cadáver de un militante del ISIS en el distrito 2. Entre las filas del ISIS en Sirte figuraba un número significativo de subsaharianos, una gran parte de los cuales no entendían el árabe ni podían leer el Corán (2016).
Un militar tunecino intenta sostener la avalancha de trabajadores inmigrantes en su mayoría egipcios, pero también bengalíes, subsaharianos, turcos, tunecinos y libios, en el puesto de Ras Ejder en Túnez, cuando cerca de 80.000 refugiados trataron de escapar de la guerra (2011).
Los soldados usan máscaras para poder respirar con la condensación de pólvora que se ha producido, a causa de la gran cantidad de disparos en un interior durante un combate muy intenso y largo contra el ISIS, en Sirte (2016).
Niño con su padre en la plaza de Bengasi donde enganchan carteles con las caras y nombres de personas detenidas o desaparecidas por la temida muhabarat (servicios de inteligencia) (2011).
Celebración por la liberación de Sirte de manos del ISIS. Un último grupo de yihadistas enterrados bajo las ruinas amenazaron ese día con inmolarse, por lo que los soldados no tuvieron más remedio que echar gasolina en la zona (2016).
Bokoro: de esta región parten muchas familias por la ruta de Libia para llegar a Europa en busca de un futuro mejor (Chad).
Una de las hijas del palestino Yahya Hasanat, de 37 años, llora su muerte causada por disparos de las tropas israelíes durante las protestas de la Gran Marcha del Retorno en la valla con Israel, que exigen su derecho a regresar a las casas y a la tierra de las que fueron expulsadas sus familias hace 70 años. Más de 254 palestinos murieron y 23.600 resultaron heridos según los informes de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (Gaza).
Los niños siempre son los más desprotegidos en los contextos bélicos, donde las decisiones condicionadas siempre por los padres marcan su futuro sin opciones (Bangladés).
Bengalíes y egipcios que consiguieron escapar de Libia en 2011 en un campo de refugiados en Ras Ejder, hacen cola para recibir alimentos (Túnez).
Palestinos envueltos en humo de neumáticos quemados miran al cielo en busca de proyectiles con gases que les han disparado. Ese humo es el que tratan de utilizar para llegar a los límites de la valla, en sus actos de la Gran Marcha; aun así, cada manifestación se cobra un alto numero de muertos y heridos (Gaza).
El ejército de Bashar al-Ásad bombardeó varias casas y tres panaderías, donde la gente hacía cola de madrugada para poder comprar el pan. Como resultado de ello, murieron 50 personas y 197 resultaron heridas, una gran parte de ellas niños. Dos hermanos reciben tratamiento por heridas de metralla en el hospital Dar al-Shifa entre Al-Shaar y Taril Al-Bab (Siria).
Una mujer trata de consolar a su hijo en Borno. Muchas de estas familias huyen de la violencia del grupo Boko Haram, y utilizarán la vía de Libia para intentar llegar a Europa (Nigeria).
Refugiados rohinyás en Bangladés, en el campo de Kutupalong. En la actualidad este país acoge mas de un millón de refugiados. Ya se han descubierto más de 25.000 pasaportes bangladesíes falsificados que se utilizan para tratar de llegar a Europa, entre otros destinos (Bangladés).
Niños sudaneses y de Sudán del Sur (hay más de 2,2 millones de personas refugiadas de Sudán del Sur en Sudán) en una escuela en El Daein, en la región de Darfur (Sudán).
Mohamed (al volante), farmacéutico de Hajin (Deir ez-Zor), con su mujer y sus tres hijos, el niño Majed y las niñas Asma y Esra, abandonaron la ciudad en la que vivieron bajo el control del ISIS, durante los combates contra las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), en la última batalla que marcó la desaparición del califato (Siria).
La estación de Ramsés, en El Cairo, punto de salida o de paso para muchos migrantes egipcios que se dirigen a Libia en busca de oportunidades económicas o como puente hacia Europa (Egipto).
Miembros de la ONG Médicos Sin Fronteras pesan a un niño en una clínica móvil en la región de Bokoro (Chad).
Un niño recibe la vacuna oral contra la polio en la región de Borno. En los últimos años, Boko Haram, el grupo terrorista afiliado al ISIS ha atacado al personal de la Global Polio Eradication Initiative (GPEI, financiada por una amplia gama de donantes públicos y privados), a imitación de la estrategia talibán en Afganistán y Pakistán. Desde 2012, fecha en que nueve vacunadores fueron asesinados a tiros, los trabajadores implicados en las campañas contra la polio han viajado por el país sin anunciar previamente su presencia (Nigeria).
Una mujer alimenta a su hijo en un centro de salud en Borno, donde existe una elevada cifra de personas que sufren desnutrición aguda a causa de la grave crisis humanitaria causada por la violencia del grupo terrorista Boko Haram (Nigeria).
Miembros de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF por sus siglas en inglés) con un francotirador, en una casa emplazada en la línea del frente de Deir ez-Zor, durante la última batalla en lo que fue el final del califato del ISIS (Siria).
Un palestino inconsciente, herido por un francotirador en la primera línea de la valla, es evacuado a pulso por sus amigos. Moría poco después (Gaza).
Familias sudanesas, en su mayoría procedentes de Libia, explican que estuvieron en centros de detención, en el campo de refugiados de la ACNUR en Agadez (Níger).
Sirios en el campo de refugiados de Al Hawl, procedentes de la ciudad de Deir ez-Zor, de donde tuvieron que huir por los combates que asolaron la ciudad durante varios años (Siria).
Una familia bangladesí en un tuk tuk, transporte más común utilizado por su bajo coste económico. Los bangladesíes cuentan con el mayor índice de migración a Libia de la zona de Asia / Oriente, ya desde 2011 (Bangladés).
Escuela de Khan al-Ahmar en una aldea beduina, con una orden de demolición por parte de la Corte Suprema de Israel, donde estudian niños sin futuro (Territorios Palestinos Ocupados).
Toyoba (vestida de azul) tiene 16 años y siete hermanos. Pese a que es menor de edad, sus padres han decidido casarla porque no pueden alimentar a todos sus hijos: son refugiados sin futuro en las condiciones actuales. Malviven hacinados en el campo de refugiados de Kutupalong (Bangladés).
Bebés en tratamiento en el área de maternidad del hospital de la ONG Médicos Sin Fronteras en Kario, región de Darfur (Sudán).
Una madre alimenta a su hijo que sufre desnutrición en el hospital de Bokoro, gestionado por la ONG Médicos Sin Fronteras (Chad).
Traficantes nigerianos que conducen camionetas con refugiados y migrantes en Agadez, en el momento de salir hacia Libia. Muchos de ellos proceden de Nigeria (Níger).
Familiares y amigos entierran el cuerpo del palestino Nassar Abu Tayem, de 22 años, que murió a causa de un disparo durante las protestas de la Gran Marcha (Gaza).
Hospital de Kario en Darfur, de la ONG Médicos Sin Fronteras. En la imagen pesan a un niño de Sudán del Sur para su control médico (Sudán).
Tunecinos en la estación de Républica en la capital, para los cuales no se vislumbra ningún futuro, con sueldos que apenas alcanzan los 300 euros mensuales de media, y con una inflación inasumible; su futuro se desdibuja en busca de oportunidades (Túnez).